Una oferta electoral fraccionada compromete el futuro del cambioPor Daniel Gustavo Montamat
En este espacio hemos afirmado, a mitad de año: “El cambio necesita superar la paradoja del bloqueo”. Aludíamos al problema planteado por el economista clásico conocido como el marqués de Condorcet. En síntesis, el pensador francés sostiene que la lógica argumental transitiva del individuo frente a opciones no necesariamente se traslada al grupo, y que este era un obstáculo que podía generar inestabilidad en el sistema de votación de las democracias cuando se trata de cambiar el statu quo y el rumbo. Aun cuando las preferencias de los votantes sigan la lógica transitiva, en el conjunto pueden tornarse intransitivas y traducirse en representaciones paralizantes de los acuerdos para instrumentar lo votado. Señalamos que, en la elección presidencial de 2023, en las PASO y en la primera vuelta, el electorado se había dividido en tres tercios. En la segunda vuelta de la elección nacional, sin embargo, el voto mayoritario (56%) había consagrado presidente a Javier Milei, sumando una masa crítica que combinaba hartazgo con deseo de cambio. En ese conjunto mayoritario promovido por el balotaje se sumaron los votos de lo que entonces calificamos de “cambio drástico” y “cambio posible”. El cambio drástico concentró el voto duro de La Libertad Avanza, el cambio posible aglutinó las preferencias del voto de Juntos por el Cambio y de terceras fuerzas minoritarias. El tercer espacio agrupó los votos del “no cambio”.